Cuando el vintage encontró a Facebook
“One man’s garbage
is another man’s gold”. O lo que es lo mismo: “La basura de uno puede ser un
tesoro para otro”. Éste es el inconfundible leit
motif de los flea markets del mundo y su filosofía se puede resumir con
esta frase.
Siempre han existido
mercados de segunda mano o incluso de intercambio, pero desde hace unos pocos
años Barcelona está experimentando un auge, tanto por lo que respecta a número
de Flea Markets cómo a número de visitantes que éstos reciben.
Por regla general,
los flea markets se definen como mercadillos de venta e intercambio de objetos
de segunda mano, en buen estado y a precios razonables. No tienen cabida, por
ejemplo, artículos de artesanía o manufacturados.
En todo caso, la
irrupción de este tipo de mercados en el panorama urbano ha sido un verdadero
boom vintage, un éxito que se ha colado en las agendas de los más modernos de
la ciudad y se ha puesto de moda entre jóvenes y adultos. Pero ¿por qué?
Más allá de la crisis
Los participantes, que pagan 10 euros para poder montar su puesto, son particulares no profesionales que quieren desprenderse de cosas que ya no
utilizan y así sacarse algún dinero extra. Es por esto que se puede pensar que
el boom de este tipo de mercados sea debido a la crisis, pero en realidad éste
no es más que uno de los muchos factores que han empujado los flea markets
barceloneses al triunfo.
Noelia Máñez es la
primera vez que monta un puesto en el Flea Market de Barcelona y lo ha hecho
con sus compañeros de clase para recaudar fondos y poder irse de viaje de fin
de curso. “Las cosas que aquí se venden son realmente de buena calidad”, dice
Noelia, de 21 años, “y como hay buenos precios y estamos en crisis, la gente se
anima”.
“Hay muchas personas
que ya se han hartado de pagar por productos que no lo valen y prefieren dar
otra vida a cosas ya usadas”, comenta Borja Domínguez, de 29 años. Además,
“hacía falta un mercado como estos en Barcelona ya que es una práctica muy
internacional”, afirma Klara Vangsted, procedente de Estados Unidos.
Por otra parte, se
tiene que tener en cuenta que los mercadillos como el Flea Market de Barcelona
“están muy ligados al ‘moderneo’ que ahora es tan actual, ya que todo lo ‘hipster’
justamente es el reflejo de otras décadas, ya sea por la ropa (camisas tipo
leñador, gafas de pasta, pantalones de tallo alto, relojes Casio…) o por la
negativa de la gente al consumismo”, dice una de las organizadoras del
Neighbours Market, Marina Pujol.
El altavoz social
Ahora bien, nada de
esto hubiera sido posible sin el innegable papel principal que las redes
sociales han tenido en la evolución de este fenómeno. Marina Baixas y Clea
Parcerisas son dos compañeras de 17 años que se enteraron de la existencia de
este mercado “por el perfil de FleaMarketBcn en Facebook”.
Al igual que ellas,
la mayoría de visitantes y compradores en el mercadillo que el 12 de noviembre
tuvo lugar en la calle Ali Bei número 120 de Barcelona, habían acudido allí
gracias a alguna red social. Pedro Cambra, de 29 años, había “encontrado el
evento via Twitter por casualidad justo después de regresar de Nottingham”,
dónde visitó el Car Boot Sale.
Aún así, “el boca-oreja continúa funcionando porqué yo me enteré por una amiga que ya había tenido su puesto en una edición anterior del Flea Market”, comenta Ángel Perez, de 28 años que, como Claire Whitehead, de 27 años, conoció la cita mensual "gracias a una compañera de trabajo".
Aún así, “el boca-oreja continúa funcionando porqué yo me enteré por una amiga que ya había tenido su puesto en una edición anterior del Flea Market”, comenta Ángel Perez, de 28 años que, como Claire Whitehead, de 27 años, conoció la cita mensual "gracias a una compañera de trabajo".
En todo caso, Barcelona no ha defraudado a la hora de ponerse al día con los musts que toda trending city debe tener y, siguiendo la línea de ciudades tan cosmopolitas como New York, Berlín o Londres, ya ha incorporado a su paisaje las bases para unos futuros flea markets que, seguro, van a ser de referencia.
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